Si bien existe una conciencia de que las redes sociales han traído a nuestras vidas diferentes maneras de interacción y conexión con personas o mercados afines, no se puede desconocer que estas tienen retos y riesgos.
Conforme se mantiene su uso, aparecen más plataformas sociales y las decisiones de compra de productos o servicios se intensifican, estas tienen un peso importante en la personalidad de los usuarios y en su comportamiento cotidiano. Revisemos algunas de las desventajas de las redes sociales (que a nuestro juicio) impactan en los públicos.
1. Menos contacto cercano, más percepción digital.
¿A quién no le pasa que está en medio de una reunión social y pierde rápido contacto con quien está conversando? Es muy común ver que en medio de un conversación o almuerzo familiar que la cercanía y platica es mínima.
A cambio de esto, priorizamos el tiempo de permanencia en el teléfono para recrear una percepción de nuestros amigos o conocidos y concluir su estilo de vida, que es parcial o de banal.
Tener una relación estable se convirtió en un desafío. Muchas discusiones o rupturas se dan porque no viste “like”, porque no bloqueaste o porque enviaste un emoji o “me encanta” a quien no debías.
2. Crisis y riesgos de imagen personal o profesional.
Según el Observatorio de RRHH, con ubicación en Chile, se estima que el “50% de los reclutadores consulta el perfil de Instagram de un candidato antes de contratarlo”. Además, 1 de cada 5 empresas reconoce haber descartado alguna vez a un candidato por su actividad en las redes sociales.
Si bien las redes sociales no nacieron como una solución para tener una revisión de perfiles profesionales o comerciales, la privacidad de comunicar lo que opinas y la toma de decisiones con base en tu comportamiento digital, tienen una gran influencia para determinar tu participación activa en la empresa.
Esta desventaja tiene sus matices grises. Es claro que salva a la empresa de cualquier malestar corporativo, pero también mitiga la capacidad de libertad de expresión en sus empleados.
3. Ansiedad y desequilibrio emocional
¿Sabías que TikTok se abre ocho veces por día en promedio y los jóvenes están más de tres horas al día conectados? Según Ismael El-Qudsi, CEO en SocialPubli.com, plataforma que conecta a las marcas con influencers, las redes sociales estimulan en nuestro cerebro la dopamina, sustancia que nos hace ser felices, y como consecuencia generan dependencia.
Según documentación, se ha determinado que el cerebro huye del dolor y busca el placer. Placer que encuentra en una foto “perfecta” tras horas de retoque gracias a funcionalidades de filtros como los que hay en Instagram.
Parece ser que en las redes sociales lo que menos importa es la verdad y se prevalece la apariencia. En la rama de la psicología se determina como “deseabilidad social”, es decir, la tendencia a comportarnos de acuerdo con determinados patrones sociales que creemos son los correctos.
4. Inseguridad y ciberdelincuencia
Entre tanta información que consumimos, perdemos de vista lo real, activamos nuestra versión emocional y terminamos siendo ingenuos ante cientos de publicaciones que solo buscan sacar provecho o crear “fake news”.
Desde sabotaje o piratería informática, pasando por robo de identidad y aumento del ciberacoso a jóvenes o niños, las redes sociales son plaza pública de fragilidad y carta abierta para hacer crímenes tan delicados como grooming o sexting.